
Empresas de diversos sectores ya incorporan en sus proyecciones internas un dólar oficial entre $1.600 y $1.700 para diciembre de 2025, escalando hasta $2.000 a inicios de 2026, anticipando un corrimiento inevitable de la franja de flotación.
El lunes postelectoral, la divisa abrió por debajo de $1.400, pero cerró en $1.460; al martes alcanzó $1.495 en el Banco Nación, demostrando cómo el mercado la arrastra hacia el límite superior de la banda actual.
Desde el Palacio de Hacienda insisten en preservar el mecanismo de bandas. Luis Caputo declaró recientemente: “Con el dólar dentro de las bandas, siempre puede estar más arriba. Siempre dentro de lo que son las bandas, donde esté, es donde el mercado diga”. Sin embargo, evitan señales sobre un eventual deslizamiento de los márgenes.
Un salto cambiario chocaría con dos prioridades oficiales: contener la inflación –que en septiembre marcó 2,1% y podría superar el 2,3-2,5% en octubre según consultoras privadas– y proteger el poder adquisitivo, ya golpeado por la caída sostenida del consumo.
Mover al verde
En el agro, particularmente en granos, ven alivio en una cotización más elevada. Gustavo Idígoras (Cámara Argentina de la Industria Aceitera) comentó al diario Clarín: “El resultado electoral seguramente permitirá darle mayor respaldo y estabilidad al mercado cambiario y eso redundará en un mercado de granos con mayor dinamismo”, aunque aclaró: “No veo intención del equipo económico de introducir ajustes en las bandas”.
Industrias con plantas locales reclaman urgencia. Un directivo de una firma argumentó: “Con este dólar es muy fácil importar y los que fabrican no pueden competir por una simple cuestión de costos. El dólar tiene que ir un poco más alto porque sino la competencia entre lo que se produce en el país y lo que llega desde afuera es muy desigual”.
Pocos ejecutivos admiten públicamente su deseo de devaluación; uno confesó off the record: “No quiero que después desde el Gobierno salgan a decir que soy un mandril”. Coinciden, empero, en que “cambiar en este momento no tiene demasiado sentido y podría generar algún ruido innecesario”, aplicando la lógica de “equipo que gana no se toca” exclusivamente al modelo de bandas, no a sus niveles.

El pedido concreto apunta a un incremento del piso y techo entre 10% y 15%. Con el cierre del martes en $1.495, un ajuste de esa magnitud ubicaría el nuevo piso cerca de $1.650.
Sectores de consumo masivo miden con doble vara: celebran un freno a importaciones baratas, pero temen el traslado a precios. Un referente de una líder del rubro advirtió: “Ya conocemos esa parte de la historia. Un dólar más caro nos obligaría a reacomodar precios, hoy un tema muy delicado porque con la baja del consumo que se viene agravando es algo muy complejo de hacer ya que no ayudaría a una mejora en las ventas”. Desde hace meses, las firmas sostienen que necesitan retoques mayores en góndolas, pero los aplican con cuentagotas.